Anochecer. A menudo se usa con la expresión “al pardear la tarde”, es decir, cuando comienza a oscurecer.
Todas las tardes, al pardear, venía la Abigail a curarla. Primero le daba una cosa espesa y colorada que parecía sangre, y luego le barría el cuerpo con ramas de ruda y romero.
Irma Sabina Sepúlveda. “La burlona”.
Para no ser pesimistas, imaginemos el deleite de una ciudad que, intercomunicada por un intrincado Metro y llena de altos edificios y pasos a desnivel, con todo huele a pan recién horneado, duerme la siesta, y al pardear la tarde disfruta una velada musical en el kiosco de la plaza.
Mario Anteo. “Recobrar las calles”, El Norte, 8 de enero, 2006.
Aquí apenas pardea se deja venir la coyotiza. Los gallineros son para que se metan ahí y no se las coman los coyotes.
Poblador de Presa de los Muchachos citado en el libro Arquitectura Popular del Noreste
Corresponsal: Pablo Landa Ruiloba